jueves, 15 de mayo de 2008

Arroz Graneado:La Historia Inconclusa De Un Guerrero Hecho De Ají Y Piedra.


Nací tres meses antes de lo espera do, un día 29 de marzo de 1990, en el hospital Sótero del Río, siendo el menor de seis hermanos (Kote, Lore, Vero, Gina, Andrés).
Cuando tenía solo dos años, mientras estábamos en un paseo familiar en la casa de mi abuela, mi hermano cayo al las verdes y profundas aguas del lugar donde solíamos bañarnos, mi hermana verónica se lanzó a salvarlo, y aunque mi hermano fue rescatado, mi hermana nunca salió de las aguas.
Entre al kínder el año 1995, poco antes de cumplir los cinco años, fue una etapa mágica, hasta 1999, que fue cuando fui cambiado de curso. No conocía a nadie, así que comencé a ser cada vez más introvertido, no hablaba con nadie, y me refugie en la comida. Engorde, y con eso, llegaron las burlas; cree mucho odio durante esos cinco años que siguieron a mi educación básica, un odio que jamás he sacado de mi interior.
Durante este proceso hice también mi primera comunión, mi primer contacto con la Iglesia, y todas las maravillas expresadas en “El Catálogo Celestial”. Tambien, en el 2001, comencé a asistir a un programa para niños talentosos llamado PENTA-UC, lugar en donde conocí a los primeros amigos reales que he tenido a lo largo de mi vida.
En el año 2004, ingrese a la enseñanza medía, y me preparaba a un mundo tan cruel como el vivido en básica, pero me encontré con un panorama demasiado bueno comparado con el anterior, también me molestaban, pero nunca de una manera abusiva como antes, aparte también podía devolverles las burlas.
A finales del 2005 comencé a conocer a las personas con las cuales he sentido la mayor confianza en toda mi vida, el grupo con el que seguí hablando continuamente mis problemas durante la enseñanza media. Fueron ellos quienes estuvieron en el momento más triste de mi vida sentimental (aunque durante mi vida sentimental no ha habido ni un solo momento grato). Fue la única vez que he decidido jugármela por alguien, pero ese alguien jugó conmigo, se burlo de mí, ese tiempo también fue en el que deje pagar las cuotas de mi parte de paraíso en ese lugar llamado iglesia, ya que (irónicamente) la confirmación confirmó mi desinterés por las instituciones eclesiásticas.
Esta época también fue la época donde poco a poco conocí la carrera que siento actualmente como mi vocación, el Teatro. Durante esos años tome talleres de teatro en “el PENTA”, y me di cuenta que sentía una gran satisfacción cada vez que representaba a algún personaje. Con Jaime Reyes, uno de los más grandes maestros que he tenido en mi vida, aprendí más que la disciplina teatral en sí, sino que también comencé a aprender a quererme, a confiar más en mí, aunque a este cambio también ayudo el apoyo abnegado de mis amigos, los cuales siempre estaban ahí, apoyándome en todo, me hacían notar mis errores y virtudes.
El teatro era tan necesario para poder sentirme bien que ingrese al taller que estaba en el colegio también, otra instancia para poder llenar mi vacío espiritual con cosas que me hacían sentir realmente bien, dentro del taller éramos cuatro personas, pertenecientes a la misma generación, las que queríamos estudiar teatro, ellos han sido personas cruciales en distintas etapas mi vida, grande amistades, que junto al resto de mis amigos, no cambiaría por nada en el mundo.
Se terminaba el año 2007 y el cielo de mi vida comenzó a oscurecerse con una serie de eventos que me hicieron volver a caer al hoyo en el cual me encontraba años atrás; al reprobar las pruebas de admisión para estudiar teatro, volví a sentir desconfianza sobre mis capacidades, luego una seguidilla de problemas (sentimentales, familiares, monetarios) lograron afectarme de tal forma que cada vez me costaba salir del hoyo en el que estaba sumergido. Luego me gradué de enseñanza media, y desde ese día no he vuelto a ver a mis amigos todos juntos, siempre que nos juntamos falta alguien.
En enero del 2008 termine de asistir al PENTA, dejando de ver a ese grupo de amigos.
Lo que me ha ayudado a sobrellevar los problemas de mi vida durante este tiempo ha sido el haber salido en febrero a San Fernando, el aire libre y la naturaleza es el mejor relajante que he tenido en ese tiempo, junto con mis salidas en bicicleta para visitar a mis amigos, también el comenzar a aprender a tocar guitarra, ya que durante mi vida la música siempre ha sido el escape perfecto para olvidar por un momento los problemas que me aquejan, y esa satisfacción aumentaba mucho más cuando yo la reproducía.
Ahora mi futuro es incierto, mi ánimo y autoconfianza ha decaído mucho en un corto plazo, y el estar encerrado en mi casa junto a mis padres no permite poder tratar de salir del hoyo en el que me encuentro. Aparte, ahora que estoy abajo, es más fácil que cualquier problema que tenga me afecte. Espero salir pronto de todo esto, después de todo, me saldría más fácil escapar si creo poder hacerlo, y comienzo a poner más optimismo en mi vida.

miércoles, 7 de mayo de 2008

Gracias Tarra






Hasta el momento es la mayor vía de escape, y casi la única, que estoy teniendo; es increíble como sólo unas posturas y rasgueos pueden liberarlo a uno de tantas tensiones, y debe ser mucho más genial para los músicos el tocar algo que les nació de sus almas, ya que uno con solo copiar lo que otros crearon con anterioridad se siente extremadamente satisfecho. Pero el camino que yo quiero seguir se guía por algo muy parecido, y yo creo que es una sensación general del artista, el crear, el sacar desde lo más profundo de nuestras almas nuestros recuerdos más emotivos, y al representarlos en una forma específica, lograr llegar al alma de los demás, a punto de que esa emoción que salió de un alma, sea la que buscaba otra alma hace mucho tiempo. Ahora, para terminar, debo dar las gracias a esas seis cuerdas que me han refugiado durante estos difíciles y duros momentos que estoy pasando.