lunes, 9 de abril de 2007

Cierta Historia De Amor Y Odio

Partió un día sábado, todo era normal, por la tarde, como ya era costumbre, tenía que ir a misa después de confirmación। Quería que un tío mío, al cual estimo bastante, fuera mi padrino। En el grupo de confirmación, había una joven que me llamaba la atención, me atraía , su nombre era Bernardita, era bellísima, tenía el cabello corto, de un color café claro, su cara era finísima, sus ojos oscuros y profundos, tenía la piel clara , era alta y delgada.
Ese día me acerqué a hablar con ella, conversamos un largo tiempo, compartimos nuestros gustos musicales, películas, pasatiempos, teníamos bastante en común, inclusive los dos teníamos el reloj sin pulsera; aunque realemente, no me quería enamorar por malas experiencias anteriores, terminé haciéndolo. Entre más pasaba el tiempo, más me enganchaba de ella, esperaba ansiosamente los miércoles y sábados para poder verla en misa, hablaba todo el día sobre ella; mis amigos me aconsejaron decírselo de una vez por todas, así que les prometí hacerlo la próxima vez que la encontrara.

El día que se lo dije fue un sábado, teníamos que ir a una charla sobre el derecho a la vida en el parque Gabriela। El viaje de ida, al igual que el de vuelta, fue en micro, me senté junto a ella, conversamos todo el camino. Al llegar, nos fuimos junto a unos amigos a ocultarnos al lado de una palmera para no asistir a la charla, pero igual nos vieron.

Las horas pasaban, y la inquietud por decírselo crecía más y más, me sentía nervioso, inclusive me dieron ganas de romper la promesa hecha a mis amigos; era tarde, ya nos teníamos que ir a casa, ella estaba preocupada porque tenía que llegar temprano a su casa. Durante el viaje de regreso, traté inútilmente de alegrarla con chistes y bromas, nos bajamos juntos, caminé a su lado tratando de animarla, teniendo siempre en cuenta que tenía que cumplir con mi promesa, cuando llegamos al pasaje en donde vivía, se despidió de mí, así que, sabiendo que ese era el momento, y alumbrado sólo por los focos de las calles, le dije todo lo que sentía por ella, fueron palabras sueltas y torpes, pero igual me entendió, el nerviosismo no me dejó hablarle bien, mis manos sudaban de una manera increíble, le dije que al parecer ya no le volvería a hablar, a lo que respondió : ”si no me vuelves a hablar, te pego” y se fue a su casa.


Pasaron varios días antes de volver a hablarle, me sentía mal, triste, mis amigos me daban fuerzas para que le volviera a hablar। Un día me acerqué a ella, estaba con su mejor amiga. Entonces me les acerqué y cuando comencé a hablar, la Bernardita se fue y quedé hablando con su amiga. Le hablé sobre mis sentimientos sobre su amiga, y aceptó ayudarme al respecto.

Mi mejor amiga me ayudó a escribirle una Carta, en la cual le pedía una respuesta rápida sobre lo que sentía por ella.
Unas semanas antes de la caminata de Los Andes, nos devolvíamos de la parroquia con ella y su hermano, cuando íbamos llegando a su casa, su hermano se fue a un almacén a comprar algo. Así que saqué la Carta de mi bolsillo, se la entregué y entonces dijo : ”ya era hora”, y se fue de la misma forma que la primera vez.


Los días pasaban y pasaban, y no obtenía respuesta, mis amigos dejaron de apoyarme alegando que ella sólo me daba ilusiones, que le gustaba que alguien la quisiera y admirara, el único apoyo que me quedaba era a través de su amiga y mi mejor amigo. Durante mucho tiempo le estuve pidiendo la respuesta sobre el contenido de la carta, pero ella siempre tenía una excusa para escapar a la situación, así que desistí, y me dediqué a sacarla de mi mente.
A mis amigos les agradó bastante la idea, decían que ya no sufriría por una persona que no me merece। Cuando le conté a su amiga, ésta me dijo algo que me hizo despertar, salir de ese trance en el cual me tenía atrapado. Me contó que cuando yo no estaba cerca, la Bernardita se dedicaba a hablar mal de mí, decía que yo era un idiota, un tonto, un ridículo, entre otros insultos, que nunca sintió algo por mi, pero al hablar conmigo me trataba súper bien, me seguía “dando alitas” , se reía a mis espaldas.

Desde Entonces, que no le he vuelto a dirigir la palabra, la odio, la odio con todo el resentimiento de mi corazón, ese corazón que ella mismo moldeó para que la odiara, espero que pague por todo lo que me hizo sufrir, yo mismo me encargaré de que así ocurra.

2 comentarios:

elgranmal dijo...

No hay mal que dure 100 años...
El rencor es lo peor que se puede guardar.
Y las palabras no hacen mal a nadie, que mejor que superar el rencor con palabras...
Piensalo
Te quiero wn
Acuerdate que el Lunes hay prueba de historia...
Cuidate

O.z.m.A dijo...

pt compare....
la mina era una mierda...
literalmente...

wn.... lo ke io hubiera hexo en tu lugar era hablarle una ultima vez... solo pa mandarla a la mierda....

es ke lo ke te hizo es una maricona' del porte de un estadio...
ke se vaya a la xuxa...
total ella fue la weona ke no se dio cuenta de cuanto vali....

a la mierda ...
ke mujeres hay muxas...