jueves, 21 de junio de 2007

Un Hombre, Y Su Cazador De Sueños

Esta es la historia de n hombre de unos cuarenta años que, desde su adolescencia, había dormido con un cazador de sueños cerca suyo, ya que temía que su hermano gemelo, el cual murió al nacer, lo viniera a buscar para llevarlo al otro mundo. Su temor era debido a que cuando el era un niño, casi se lo lleva, despertando sin aire más de una vez. Desde que lo consiguió, este hombre nunca se ha despegado de su cazador de sueños, si hacía un viaje muy largo, en bus u otro, lo ponía frente a él, o si se quedaba a dormir en casa ajena, debía tener el cazador sobre su cama.

Un día, mientras viajaba al sur, el bus en el que iba chocó, y fue trasladado al hospital más cercano, no se encontraba grave, pero debía pasar la noche ahí, cuando el oscuro manto nocturno cubrió el cielo, el hombre pidió por favor que le consiguieran un cazador de sueños para poder dormir, a lo que le respondieron que no se preocupara, que no le pasaría nada.

Después de esa noche, ese hombre no despertó, no había muerto, pero el hombre que despertó al día siguiente no era el mismo que se había quedado la noche anterior. Algunos dicen que su hermano se apodero de su cuerpo esa noche, otros, que había madurado y crecido mentalmente al dejar de depender de su cazador, pero, sea lo que sea, lo que ocurrió es noche, sigue siendo un misterio.

domingo, 3 de junio de 2007

Solitaria Compañía

El sillón de cuero amarillo sostenía mi cuerpo mientras escuchaba el “Necesito” de Sui Generis en la Club, la luz de la ampolleta sobre mí me indicaba, al ser la única luz encendida, que estaba sólo, mis padres habían salido a visitar a unos parientes, mientras que mi hermano había ido a pasar el fin de semana en la casa de su polola. La oscuridad del resto de la casa, más los extraños sonidos que la acompañaban, activaban en mi cabeza la impresión de que algo o alguien me hacia compañía; sentía que el televisor de la pieza de mis padres estaba encendido, que alguien me observaba desde el pasillo que da al baño, y que algún ente buscaba algo en el patio trasero. No tenía idea de lo que estaba ocurriendo, sentía unas ganas locas de pararme y revisar cada rincón de mi casa para así poder demostrarme a mi mismo que no había nadie más, ¡Pero no! No podía moverme, mi respiración se aceleraba cada vez más y más, mi corazón latía velozmente, y mi cuerpo se enfriaba de una forma espantosa, y pensé: -Si debo hacer algo, ¡Lo debo hacer ahora!